-¿Cuál será la razón real, por la que no se han colocado emisoras en los dos aviones?.
-Qué fácil sería ahora, apretar el botón y preguntar de una maldita vez, ¡¡¿Pero qué te sucede?!!.
-No, esto sería demasiado fácil, luego no quedarían incógnitas para hacer posibles conjeturas sobre ellas, ya estoy pensando, en cuál será la culpa que se le imputará al piloto.
Probablemente su culpa, sea, la de haber trasvasado gasolina mientras llovía y la bomba ha succionado agua y esta ha pasado al carburador, o tal vez.., salimos al aire en un día que recomendaba quedarse en tierra..., posiblemente una llamada telefónica, de alguien que se encontraba a más de 1.200 kilómetros y en la que se nos indicaba, que donde estábamos, lucía el sol, muchos los motivos que podrían darse, pero lo que sí es una realidad es que, estamos a más de cien millas de Gran Canaria, la isla de donde hemos salido y a veinte de la punta de Cabo Juby.
-Hay que dejarse de conjeturas, en todo caso, la culpa... será siempre de él, por haberse metido en un avión como este, a cruzar la mar en un día como el de hoy, aunque si analizamos la situación, quien dijo que nos íbamos fui yo, todavía tengo claro que dije, ¿qué te parece el día? y Javier contestó. -El peor de los que hemos tenido desde que intentamos irnos-. Yo le contesté. -Pues hoy vamos a salir- Y así se hizo.
Es absurda esta costumbre de buscar siempre un culpable o un responsable, en vez de buscar posibles soluciones, para evitar que otra vez suceda lo mismo, luego una vez se han encontrado soluciones, buscaremos responsables, pero por una vez, aprendamos a poner las vallas en el puente, antes de que se caiga alguien. De todas formas, la culpa es siempre del piloto, porque, pienso yo que, ¿quién le mandó meterse en un avión a desafiar las leyes naturales y conservadoras que rigen nuestro planeta y que están presentes en todos y cada uno de nuestros actos y circunstancias de su entorno?. Y ya que, se ha atrevido a contravenir las reglas, lo menos que se le puede pedir es que no se equivoque, no, aquí no se admiten tachaduras, borrones, ni vuelta a empezar, o se hace bien o pagas con la vida, sin posible apelación, es un largo o corto camino, donde se aprende continuamente y cuando ya crees que lo sabes casi todo, llega el final del camino y se diluye todo lo aprendido, se mezclan recuerdos con un sabor agridulce y se van diluyendo entre nostalgias de incomprensión de los que al principio del camino creen que ya están al final y es posible que así sea, porque ellos contribuirán a acelerar la llegada al fin, quizás demasiado jóvenes, pero si así lo quieren...
La lluvia ha dejado de acribillar el parabrisas, por unos momentos se ve algo el cielo, aparece de un azul intenso, transparente, como nunca lo ha estado por esta zona, normalmente se presenta en una tonalidad rojiza, debido al polvo del desierto y que se mantiene en suspensión, desde, unos cuarenta kilómetros al Norte de Cabo Juby hasta unos veinte hacia el Sur, metiéndose en la mar hasta aproximadamente, la mitad de camino, entre la costa de Marruecos y la isla de Fuerteventura. Ahora mismo en cuanto a visibilidad vertical, es prácticamente perfecta, no así en lo que respecta a nuestro alrededor, que se mantiene en plena obscuridad, el sol, en algunos lugares, penetra con excesiva timidez, enormes cataratas de agua, siguen poblando muchas partes del cielo, ensombreciendo la ruta y nuestro ánimo.
buenas noches, hasta mañana, el aviador
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