sábado, 2 de agosto de 2014

UN ÁTOMO DE LAS HISTORIAS - 22

Continuaron haciendo travesuras, se trataba, de encontrar algo complicado que hacer y vaya si lo encontraban, esta vez, le tocaba al Canal de la Mancha, la salvaguarda de una posible invasión de las islas, a más de uno se le podía poner la piel de gallina de pensar que por el aire se podría invadir a la omnipotente Albión. Pero, no creo que ninguno de los que intentaron cruzar el Canal, tuviera, ni remotamente, una idea negativa, era un reto más que alcanzar. Este es, ni más ni menos que, otro pedazo de Historia, que escribió un hombre bueno.

Louis Bleriot

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Son las 04:41 horas, el motor Anzani, está en marcha, el Bleriot preparado para acometer el cruce del Canal de la Mancha, su piloto Louis Bleriot, preparado para despegar.

Hubert Latham, también se encontraba en Sangatte, pendiente, de salir para las costas de Dover, pero el sueño pilló al campamento y cuando despertaron, ya era muy tarde, habían perdido la oportunidad.

Louis Bleriot, con la mirada puesta en el mar, volaba ya, rumbo a Inglaterra, la primera parte del vuelo, fue fenomenal, el motor Anzani, funcionaba con regularidad, el buque Escopette, que hacía de escolta, fue adelantado y se encontró en medio del ancho mar, solo, sin barco alguno en que depositar la esperanza, la soledad, seguramente se incremento o agudizó,  se hallaba a diez minutos de la costa inglesa, pero no la tenía a la vista, el viento y la bruma le envolvían, el vuelo empezó a derivar hacia el Norte, de pronto, entre la bruma, vislumbró a tres buques, que parecía, que se dirigían hacia algún puerto, los siguió y se encontró frente a los acantilados de Dover.

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Bleriot, siguió el gran acantilado, que años más tarde, sería la señal de la cercanía de la vuelta a casa de los aviadores que regresaban a Inglaterra después de sus misiones sobre la Europa continental, en la asquerosa Segunda Guerra Mundial.

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Supongo, que esta misma alegría y euforia que sentían estos tripulantes, era, en este momento, la que sentía Bleriot, con, por supuesto, las diferencias existentes en la motivación de unas circunstancias y las otras.

En un pequeño valle del acantilado, alguien agitaba una bandera francesa, era su amigo M. Rene Fontaine, periodista, que se había adelantado, para esperarle y marcarle, el lugar idóneo para aterrizar, aunque debido al viento, cada vez que lo intentaba, alguna ráfaga lo elevaba de nuevo, no lo dudó, paró el motor y confió en la suerte, el tren de aterrizaje resulto dañado, también la hélice, pero:

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“Había cruzado el Canal de la Mancha”

A las 05:18, después de 37 minutos de vuelo, había cruzado los 38 kms, que separan una costa de la otra.

Así escribían aquellos aviadores, era hacer mucho y cacarear lo justo y ni eso… el aviador

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