lunes, 23 de abril de 2012

UN ÁTOMO DE LAS HISTORIAS - 02

 

Abu I-Qâsim Abbâs Ibn Firnâs

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Pero, en un momento dado, se empezó a conservar el nombre de estos aviadores. Encontrando uno de los primeros intentos en el año 852 d. C, el científico rondeño, Abu l-Qâsim Abbâs Ibn Firnâs, también conocido como Armen Firman, se fabricó unas enormes alas, se las colocó y saltó desde una torre de Córdoba, seguramente pensaba, que sus alas extendidas posibilitarían un planeo y lo que hizo fue caer hacia el suelo.

La crónica cuenta, que “los pliegues de sus alas contenían bastante aire y el golpe contra el suelo no fue mortal”. Posiblemente, basándonos en lo que dice la crónica, lo que hizo Firman fue inventar el paracaídas. Aunque en aquella época, poca aplicación tendría, también podríamos considerarle, ¿por qué no, el padre del parapente?

Como casi siempre, sufrió las críticas de quienes, desde la ignorancia, juzgan los actos o pensamientos de otros, parece que el mundo sigue igual. En plan de sátira le dedicaron un verso que decía

¡Quiso aventajar al grifo en su vuelo,

Y sólo llevaba en su cuerpo

Las plumas de un buitre viejo!

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Otra vez Andalucía, alrededor del 875 d. C. De nuevo el protohumanista médico andaluz, con 65 años de edad, intentó volar ante un asombrado y expectante público. Dice la crónica, según testigos palmarios, que Ibn-Firnas “se cubrió de plumas, se puso un par de alas y tras subirse a una altura, se arrojó al aire y voló un buen trecho como si fuera un pájaro”. El problema surgió, cuando nuestro atrevido científico, se estrelló contra el suelo, lastimándose la espalda (posiblemente el coxis) y rompiéndose las dos piernas.

La crónica añade que Ibn-Firnas se estrelló “porque, por no saber que las aves descienden apoyándose en la cola, no se proveyó de ella”.

Hasta un próximo átomo…..

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