miércoles, 13 de noviembre de 2013

PLAN DE VUELO (Coast Line) - 001

Estoy limpiando los espejos donde me miré, donde en ocasiones quise reflejarme y en otras deseaba no haberme siquiera vislumbrado.

He estado demasiado tiempo, sin dar un paso adelante, he continuado con mis memorias y desmemorias aeronáuticas, “a bordo de mi almendro”. Ahora vuelvo a hacer un alto, porque la verdad, hay muchas ocasiones en que no sé cómo decir lo no decible, pero en fin, mientras pienso, voy a continuar un poco más con el blog.

Hace cuarenta años, sucedía lo que relato, su evocación será fiel reflejo de una realidad, si acaso mi memoria no empieza a fallar, que no lo hará, tampoco juzguemos a la ligera, el vuelo encima del agua se mide por tiempo-angustia y no por distancia (Hablamos de monomotores, velocidad de 150 km/hora y por supuesto sin el maravilloso GPS, ni satélites que indiquen donde hay una nube traidora))

Aunque, pudiera ser que esto no ocurriera nunca y tal vez, son elucubraciones, basadas en las historias de la Historia, imaginaciones, posiblemente, pudiera no ser ni esto, ¿qué más da?

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PLAN DE VUELO (001)

(Coast Line)

No son buenos los honores si vienen de quien no comprende nuestros ideales y solo encumbra resultados materiales.

Cada profesional elige su sitio, los pilotos tienen uno en la cabina de cada avión, saber o no saber estar en él, es cosa aparte.

A todos los que supieron cual era su lugar y supieron estar en él, dedico esta ácrona crónica, que quiere dar fe, de bien estar y honrar una profesión.

                                                                                                                                          I.R.S.

A veinte millas de la costa, frente a Cabo Juby y sin tener a la vista tierra alguna, se nos presenta el problema más grave que podía presentarse en una travesía sobre el agua en unos aviones monomotor.

Nuestra altitud actual es de 2.800 pies, estamos inmersos en otro mundo a pesar del martilleo de los 235 caballos del motor, nos encontramos en un universo de silencio, una oscuridad fantasmal, que nos proporcionan las nubes que pueblan todo lo que tenemos a la vista, hilachos desgajados de ellas, brumas, cavernas y mezclas de tonalidades grises conforman la bóveda que nos oculta el cielo. Perfecto decorado para una película de misterio, no obstante, a mí se me antoja un maravilloso escenario para librar la batalla contra los elementos hostiles que no nos abandonarán, a juzgar por las numerosas cortinas de agua, que dispersas por doquier, no dejan de acribillar con sus gotas nuestros parabrisas.

Siento en lo más profundo de mis sentidos el silencio, que se acentúa más al oír en los auriculares, el silencio de las ondas enmudecidas, porque, ¿quién va a sentir hoy los más mínimos deseos de comunicarse con nadie?. Probablemente yo, si no fuera porque estoy totalmente absorbido por el hechizo de este momento, que requiere de mí, toda la atención de un general ante una batalla, en la que empeña algo más que su vida, su propia estimación, aquí no me juzga nadie, yo soy mi más rudo y justo juez; conozco al ser visceral, al razonable, al crítico y al tolerante, las conclusiones que se extraigan de todos ellos, serán las que dicten mis actuaciones, buenas o malas, más o menos afortunadas, pero al fin, en completo acuerdo conmigo, porque solo yo, sé el intrincado enramado de mis pensamientos.

Como consecuencia, de los actos, que de estas decisiones se deriven, se puede hacer creer a los demás, lo que uno se proponga o por lo menos, se les puede dejar con tantas dudas, que para evitarse una ensalada mental, preferirán creer a pies juntillas lo que se les diga.

De acuerdo, pero a una persona no la podremos engañar nunca y esta persona es con la que más tiempo convivimos y siempre su simple presencia es para nosotros una velada sospecha de culpabilidad, tolerada a regañadientes, en ocasiones es simplemente una acusación formal, nadie hasta ahora, ha podido librarse de sí mismo.

Debes reconocer, que tu felicidad de luchador, en este momento, debe tambalearse o por lo menos, verse empañada, porque no estás solo y tus decisiones afectarán al tripulante del avión que llevas a tu cola, no puedes evadirte de esta realidad, tus decisiones están condicionadas por algo ajeno a ti mismo.

Las bases de los siete octavos de nubes que cubren el cielo están a nuestra misma altitud, hilachos de ellas son despedazados por la hélice, para inmediatamente, sin apenas tiempo de apreciarlo con los ojos, ser engullidos por los aviones, miro para atrás y a mi derecha, diez metros por debajo y tapándose casi con mi cola, está Javier, su avión se balancea suavemente, mecido por la ligera turbulencia de la que son portadores estos núcleos tormentosos en decadencia.

El avión de mi compañero se va quedando algo rezagado, reduzco la potencia del motor, sigue manteniéndose la distancia, cada vez lo veo más bajo, disminuyo algo más el régimen del motor, levanto el morro, aminorando aún más la velocidad, Bajo un punto de flap, consigo situarme a su misma altura, veo su morro alcanzándome por el costado derecho y cuando tengo su cabina a la altura de la mía, le hago señas para que aumente su velocidad y altura.

Continuará y averiguaremos qué es lo que sucedió 

 

3 comentarios:

  1. He tenido el honor de haber leido el relato completo en muy poco tiempo. No llego a cinco horas. He tenido la gran fortuna de ser amigo tuyo precisamente cuando comenzábamos a balbucear nuestros primeros pasos en el gran mundo de la aviación. Solo pido el seguir contando con tu buena amistad. Cuando lei tu dedicatoria, me sentí la persona más afortunada por tenerte como amigo.
    Un abrazo muy fuerte.

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  2. Gracias por tu comentario, esto me da ánimo para seguir con el blog, Lo triste es ver que no haya más, que se atrevan a comentar. Un fuerte abrazo Paco

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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