sábado, 14 de diciembre de 2013

PLAN DE VUELO (Coast Line) - 003

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Ahora se le presenta otro problema, ¿cómo amerizar sin tirar la gasolina que lleva en el depósito suplementario?, lanzarla con la descarga rápida es extremadamente peligroso, pues este depósito no es otro que el utilizado para contener el producto que se emplea en los vuelos agrícolas o forestales, pero no es lo mismo lanzar agua o cualquier producto no inflamable, que echar 500 litros de gasolina de alto octanaje y que en el rebufo del lanzamiento es fácil que alcance los escapes del motor o cualquier parte que provoque un incendio y como consecuencia, una explosión.

Estos quinientos litros extras de combustible, nos conceden un margen de autonomía amplio para realizar un vuelo de doce horas y media en solo dos etapas, una de cinco y otra de siete y media, ahorrando en aterrizajes y trámites burocráticos aeropuertarios, también nos permiten tomar decisiones sin apuros de reloj. Aunque todo esto acrecienta las posibilidades de convertirnos en espíritus puros y alcanzar para la eternidad este bienestar temporal del que disfrutamos todos los que volamos, cuando volamos, porque este añadido de autonomía, se traduce en una bomba incendiaria metida entre las piernas, viajando con nosotros en este vuelo. Puede, por medio de la descarga rápida, desalojarse en dos segundos, pero es tal el riesgo de explotar, que solo puede activarse esta vaciado con el motor parado, si Javier intenta amerizar debe librarse de este lastre o será engullido inmediatamente por las olas, si no lo hace, verá aumentada, en exceso, su velocidad de aproximación y por tanto la de contacto con el agua, tendrá que parar el motor y esto es un problema añadido en un amerizaje forzoso, por otro lado, parar el motor para poder efectuar este lanzamiento de combustible supone abandonar toda esperanza de recuperación del motor, no sería la primera vez que en plena maniobra de aterrizaje forzoso por fallo del motor, este se regulariza y se queda todo en un forzoso frustrado y el consabido desalojo de adrenalina; en aviación los hados son así. Es un verdadero problema, que solo el que va en la cabina podrá resolver eligiendo de todas las posibilidades la que juzgue idónea y rezar para que su decisión sea la más acertada, porque las consecuencias que se deriven de su decisión, marcarán la línea divisoria de si se queda con nosotros o nos abandona. Si todo sale mal, no se librará de los juicios reposados de los "expertos", que posiblemente concluyan sus veredictos dando pie a los medios de difusión para que puedan incluir titulare como este "Se apunta la culpabilidad del piloto", debía de haber....

El agua continúa ahí abajo, no nos separan de ella más que unos tristes quinientos pies. A mi lado veo perfectamente al otro avión y dentro de la carlinga a mi compañero, luchando seguramente contra alguna bruja, tal vez asumiendo su mala suerte, pero sin resignarse, porque conociéndolo, sé positivamente que su cabezonería le obliga a hacer lo que sea, aunque parezca imposible.

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Quién sabe por qué absurdo motivo, dentro de unos instantes, él y su avión, estarán y tal vez, se sumergirán en estas frías aguas y lo más triste es que no se puede hacer nada para evitarlo, no es algo que suceda vertiginosamente, es lento, uno ve el posible final de la película de su vida y además presencia este importante acontecimiento, como si de la vida de otro se tratara, incluso como si se presenciara algo ficticio, se presencia con un estado de ánimo relajado y sin perder la compostura, trabajando en la posible solución de un problema con muy pocas esperanzas de solución, sin embargo el estado de ánimo de un piloto en estos instantes es parecido a los preludios de un fusilamiento, cuando se contempla todo el protocolo que rodea un acto de estos y se asume el hecho, como algo normal dentro de los absurdos de esta vida.

-Sigue bajando- Una instantánea aparece en mi mente, su esposa. -Cómo me presentaré ante ella, cómo podré explicarle que he dejado a su marido en estas alborotadas aguas del Atlántico y que me he visto y sentido impotente para hacer nada por él.

-Si logra amerizar bien, le recogerán, los tripulantes de los pesqueros son expertos en recoger piezas de la mar y sobre todo, si son náufragos- Pero es tan difícil, con un avión terrestre, hacer un amerizaje bueno, aunque la superficie del agua esté en calma, que, con el alboroto y las crestas de espuma que pueblan todo lo que tenemos debajo, lo más seguro es que se vaya al fondo sin darse cuenta.

-¡¡...Maldita sea mi suerte...!!, no he creído nunca en ella, ni en la buena, ni en la mala, pero esta vez no encuentro, aún proponiéndomelo, nada positivo. No solo, no sé, si la botella está medio llena o medio vacía, tampoco sé, para intentar ser más objetivo, si la botella se estaba llenando o se estaba vaciando, solo sé que aprendí a convivir con estas situaciones cuando a mis quince años, sentí por primera vez los mandos de un avión en mis manos y comprobé que podía controlar sus movimientos, otros descubrían lo mismo que yo y de vez en cuando este dominio de la máquina fallaba, era algo ajeno a nosotros, un imprevisto, nunca llegué a entender ni a acostumbrarme a la compañía de estos imprevistos, que han sido para mí los advenedizos, las malas compañías de mi profesión.

-Estará en la base..., junto a mi mujer...- Nunca, he pensado en la familia de nadie, ni en la mía siquiera y menos en vuelo y mucho menos en un vuelo de este tipo, no me da tiempo para ello, pero esta situación es tan negativa, que es muy difícil, abstraerse y no me puedo substraer a la idea y más que idea, imagen.

-Eres egoísta, ¿por qué odias la situación, porque te enfrentará a una familia, a la que no sabrás qué decir o por qué tu compañero está en apuros?.

-No creo ser un egoísta y sí es verdad, odio la situación pero es por ella misma y sus consecuencias y estas desembocan en el enfrentamiento con una ineludible intimidad familiar-

-¿Acaso temes a las intimidades, porque te enfrentan a tí mismo, a ese que no deseas reconocer que eres y por eso intentas dejarlo en el suelo cada vez que vas a volar?.

Tal vez sea una realidad, en el aire, el piloto acostumbra a diluir sus miserias terrenas con el rugir de su motor, con el coqueteo de los instrumentos y el acuneo de su montura, se sabe o se siente potente y huye de las malas influencias o de un suelo que le recuerda lo miserables que, podemos ser los seres que poblamos la tierra.

ahora vuelvo

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